Inauguración: 12 de enero de 2024 a las 19h

La indiferencia se establece como la respuesta adaptativa a un medio traumático.

En el 2019 surgieron una serie de cuestiones que me llevaron a debatir seriamente si continuar con mi trabajo artístico; ¿Qué sentido tenía cualquier tipo de expresión o voluntad por compartir si se había instaurado esta niebla de Indiferencia?¿Cuál era su origen? ¿Cómo serían los escenarios que proyectaríamos, y por ende nos encontraríamos habitando?

No podía continuar sino era destripando estas dudas, estas visiones de un YO hiperatrofiado, un ser que estaba transformando su horizonte,entendido como uno de todas las posibilidades a un encierro sobre si mismo, al tiempo que olvidaba la existencia de cualquier “otro” como sujeto. Un laberinto abierto, unas ruinas donde, agotado, quedaría hipnotizado por un entretenimiento vacío.

Desde una única posibilidad temporal;la immediatez, el individuo se ve despojado del cimiento de toda construcción vital: un tiempo de desarrollo.

CAER

Homo Indifferens se levanta.

YO ya debo ser uno..

¿Cómo es el paisaje que creo habitar?

No es de espacio, ya que solo existe un espacio para mi: YO.
Es un paisaje de tiempo dictando un ritmo de suma ad infinitum.
En la desproporción no busco encajar sino prevalecer.

Sin espacio solo hay lugar para un movimiento, aquel que definirá las proyecciones de mi entorno, uno que responde a una única premisa: la supremacía.

Un orden sobre otro!

La Caída no es necesariamente hacia abajo…

Más información:Web Pablo Pérez Casado

Inauguración: 1 de marzo de 2024 a las 18.30h

Duró un instante.
Fue un sonido ensordecedor que rompió el silencio del bosque.
La trampa del cazador, dejando un rastro de sangre salpicado entre las hojas.
Nos movemos y nos vinculamos muchas veces llevados por atractivos estéticos, por situaciones y elementos vacíos de sentido que solo satisfacen nuestro ego, nuestra necesidad de reconocimiento y la falsa aceptación de los otros.
La metáfora de la trampa funciona en tanto entramos y salimos de los dispositivos artificiales donde incluso a veces conscientes de ellos jugamos y permanecemos largo rato en sus estructuras, olvidando o ignorando lo real.
Lo real son nuestros procesos internos, los ritmos individuales, lo que realmente nos seduce y nos perturba, cuando el cuerpo por fin, aunque sea por instantes, logra acallar la mente.
¿El animal pone el cuerpo en la trampa, nosotros que ponemos?

Más información:Web de Irene Bou